El militar es un jefe en estado puro. A no dudarlo, hay mucha fuciones sociales en que el mando desempe�a un papel importante: el ingeniero, el mEdico, el jefe de servicio, el administrador, dan �rdenes subalternos y se cercioran de su correcta ejecuci�n. Pero su principal actividad consiste en concebir, en cuidar, en redactar o en organizar, y las �rdenes que puedan impartir no son sino consecuencias de ella. Para mandante militar sucede a la inversa: mandar es la esencia misma de sus funciones. Cuando, por ejemplo, act�a como educador, no est� preparando a aquellos a quienes instruye para una acci�n que luego han de dirigir otros, como sucede con un profesor. Forma a los hombres a quienes mandar El mismo, o que van a servir a �rdenes de un individuo con grado semejante a El. En verdad, el maestro no hace hacer las cosas: apenas ense�a a hacerlas. Hasta cuando organiza "trabajos pr�cticos", nunca persigue el rendimiento, sino la formaci�n. El militar, por el contrario, hace ejecutar. De la guerra, considerada en conjunto, dec�a Napole�n que es �un arte sencillo, y todo ejecuci�n". Ejefe militar manda por su esencia, el pol�tico manda por accidente. No es que no guste de hacerlo: por el contrario piensa constantemente en "el poder", pero esa ambici�n, profunda y general, no se ve satisfecha sino pocas veces. Si logra serlo, es un Exito siempre precario. El jefe pol�tico no ejerce un verdadero mando. Mientras que �seg�n f�rmula� la principal fuerza de los ejErcitos es la disciplina, la indisciplina es el rasgo m�s constante de la vida pol�tica. Los ministros son aliados o colaboradores del presidente del consejo, no son sus subordinados. Los puestos de mando son mucho menos numerosos que los que los ambicionan, de modo que la emulaci�n es constante, y muchas veces feroz. DespuEs de haber combatido para conseguir el poder, el pol�tico a�n tiene que combatir para conservarlo. En la pol�tica, como en los negocios, la decisi�n que se desea provocar se obtiene en dos tiempos: en el primero se trata de seducir o de convencer, y se hace lo posible por crear en el interlocutor las ideas o los sentimientos favorables. En el segundo (que la sicolog�a te�rica tiende a omitir o a subestimar.) se trata de obtener del otro que pase a la acci�n. El militar manda a sus hombres, pero a El tambiEn lo mandan: el funcionario est� encuadrado tambiEn. Uno y otro est�n presos en un orden que los sostiene y que a veces los obliga a ejecutar tal o cual acci�n en tal o cual momento por el contrario, el pol�tico a menudo tiene que decidirse a actuar cuan nada en absoluto lo obliga a ello. Antes de convencer a los dem�s tiene que ponerse en camino, y para ello tiene que ponerse en marcha a s� mismo
- | Author: Julio Cervantes
- | Publisher: Ediciones LAVP
- | Publication Date: Dec 30, 2018
- | Number of Pages: 448 pages
- | Language: English
- | Binding: Misc. Supplies
- | ISBN-10: 1987018788
- | ISBN-13: 9781987018783